Los gatos se mueven por Malta a
sus anchas como el país fuera suyo. Parafraseando a Antonio Burgos, en sus Gatos sin Fronteras, parece que Dios
hizo al hombre para servir al gato, al menos en este país.
Muestra de ello, son los
múltiples espacios dedicados a ellos que podemos encontrarnos en la cuidad,
como la Cat Village de St. Julians…una auténtica urbanización gatuna compuesta
por casetas, trasportines y muñecos varios para hospedaje y disfrute de los felinos.
Si bien estos a veces prefieren disfrutar de su ocio tomando el sol tumbados
sobre los coches colindantes…o acercarse a los restaurantes del barrio a
disfrutar de un menú más apetitoso que las croquetas y latas con las que
puntualmente todos los días una señora los alimenta.
La mayoría han sido esterilizados
y desparasitados. La gente, bien los
trata con cariño y los cuida, o los ignora, algo que ellos agradecen con su
cercanía, dejándose acariciar e incluso coger algunos, una imagen que dista mucho
de la tradicional de gato callejero.
Aunque esta es la situación de
una gran parte de los felinos, no es la de todos. Los menos afortunados, los
que no tienen una caseta donde guarecerse ni una mano amiga que los alimente,
los enfermos, los abandonados…tienen la ayuda de Tomasina Sanctuary, una institución
sin ánimo de lucro situada en Qormi, que unida a la National Cat Society , actualmente
da acogida a más de cuatrocientos gatos de todas las edades y razas, cada uno
con una dura historia a sus espaldas.